La campaña Día Mundial del Riñón comenzó en el año de 2006 con el propósito de crear conciencia acerca de la importancia de los riñones. Busca fomentar comportamientos preventivos, identificar factores de riesgo y brindar consejos para las personas que tienen que vivir con una enfermedad renal.

En la jornada de cada año se trata una temática particular. La campaña comenzó en el 2006 con la pregunta: ¿Están bien sus riñones? Luego de catorce versiones, la campaña del 2020 en el Día Mundial del Riñón destaca la importancia de las intervenciones preventivas para evitar el inicio y la progresión de la enfermedad renal.

Otros objetivos que se persiguen con esta jornada son:

  • Fomentar la detección sistemática de todos los pacientes con diabetes e hipertensión para detectar la enfermedad renal crónica (ERC).

  • Educar a todos los profesionales de la salud acerca de su papel fundamental en la detección y reducción del riesgo de ERC, sobre todo en las poblaciones de alto riesgo.

  • Incentivar el papel de las autoridades sanitarias locales y nacionales en el control de la epidemia de ERC. Por ello, durante la jornada se alienta a los gobiernos a tomar medidas e invertir más recursos para la investigación y el tratamiento de las enfermedades de los riñones.

  • Promover el trasplante como la mejor opción para la insuficiencia renal y, a su vez, motivar el acto de donación de órganos como una iniciativa que salva vidas.

¿En qué consiste la enfermedad renal?

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la enfermedad renal crónica del riñón describe la pérdida gradual de la función renal en un período de meses o años.

La labor de los riñones es filtrar, a través de pequeños filtros llamados nefronas, los desechos y el exceso de líquidos de la sangre, para luego excretarlos en la orina. Para ello, cada riñón cuenta con alrededor de un millón de nefronas; si las nefronas se dañan o dejan de funcionar, las que están sanas asumen su trabajo por un tiempo, pero si el daño continúa o avanza, se cierran y no pueden filtrar adecuadamente la sangre. Cuando la enfermedad renal crónica alcanza una etapa avanzada, se pueden acumular niveles peligrosos de líquidos, electrólitos y desechos en el cuerpo.

Los signos y síntomas de la ERC se desarrollan paulatinamente y el daño en los riñones, que avanza lenta y muchas veces de forma silenciosa, puede incluir náuseas, vómito, pérdida de apetito, fatiga y debilidad, problemas de sueño, cambios en la producción de orina, entre otros. Además, estos síntomas muchas veces son inespecíficos; es decir, que pueden ser causados por otras enfermedades.

Se calcula que esta enfermedad no transmisible (ENT) afecta aproximadamente a 850 millones de personas en todo el mundo. Su incidencia está aumentando exponencialmente y se proyecta que se convierta en la quinta causa más común de años de vida perdidos en todo el mundo en el 2040.

Por otra parte, otro de sus efectos a escala mundial es que la ERC causa importantes gastos para los sistemas de salud. Según la NHS Sidney Care, es probable que los costos del tratamiento de la ERC, solo en Estados Unidos, superen los 48.000 millones de dólares por año.

En cuanto a los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer una enfermedad renal crónica están la diabetes, la hipertensión, las cardiopatías, el tabaquismo y la obesidad.

La ERC no tiene cura. Su tratamiento consiste en llevar a cabo medidas para ayudar a controlar sus síntomas, reducir las complicaciones y retrasar la progresión de la enfermedad en el paciente. Por ello, es fundamental toda la labor que se pueda desarrollar para prevenirla.

Para tener en cuenta

  • La ERC temprana no presenta signos ni síntomas.
  • Las enfermedades renales son comunes; se habla que entre el 8% y el 10% de la población adulta tiene algún tipo de daño renal. Sin embargo, estas enfermedades son, a menudo, tratables y si su diagnóstico es oportuno, mayores serán las posibilidades de que reciba un tratamiento efectivo.

  • La ERC generalmente no desaparece.

  • Para verificar la presencia de enfermedad renal se utilizan, por lo general, los análisis de sangre y de orina.

  • Si la enfermedad renal no recibe tratamiento oportuno, puede progresar a insuficiencia renal (también llamada enfermedad renal en etapa terminal), lo que implica que necesitaría de diálisis permanente o un trasplante renal para sobrevivir.

¿Cómo se mide la función renal?

El principal indicador de la función renal es el concentración de creatinina en la sangre. Este es un producto de desecho del cuerpo que es producido por los músculos y excretado por los riñones. Si su concentración sérica es elevada, esto es signo de reducción de la función renal.

El indicador para medir la función renal es la tasa de filtración glomerular (TFG), que mide la tasa de filtración de sangre por los riñones. Permite a los médicos determinar si la función renal es normal o en qué nivel se ha deteriorado.

Etapas de la enfermedad renal crónica

Por lo general, esta enfermedad progresa al cabo de varios años, en las etapas que se describen en la Tabla 1.

Etapa

Descripción

Nivel de TFG

Función renal normal

Riñones saludables

90 mL/min o más

Nivel 1

Daño renal con TFG normal o alta

90 mL/min o más

Etapa 2

Daño renal y disminución leve de la TFG

60 a 89 mL/min

Etapa 3

Disminución moderada de la TFG

30 a 59 mL/min

Etapa 4

Disminución severa de la TFG

15 a 29 mL/min

Etapa 5 (ESKD)

Insuficiencia renal establecida

Menos de 15 mL/min o en diálisis

TFG: tasa de filtración glomerular, CGA: categorías Cause, GFR y Albuminuria, ESKD: enfermedad renal en etapa terminal, (por sus siglas en inglés).

Fuente: Guía de práctica clínica KDIGO 2012 para la evaluación y el manejo de la enfermedad renal crónica.

Prevención de la ERC

A continuación, se presentan las recomendaciones básicas que debe tener en cuenta a fin de prevenir la enfermedad renal en sus pacientes:

  1. Evitar el sedentarismo y realizar actividad física periódicamente.
  2. Monitorización constante de la glucemia.
  3. Monitorización constante de la presión arterial.
  4. Dieta saludable.
  5. Control del peso dentro de los rangos de normalidad para el paciente.
  6. Mantener una ingesta de líquidos saludables.
  7. Evitar el tabaquismo.
  8. Prevenir la automedicación.
  9. Control frecuente de la función renal (si el paciente muestra uno o más de los factores de alto riesgo).
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